Era una tarde tranquila en casa de mis abuelos. Mientras todos charlábamos en la sala, mi abuela observaba a mis primos y a mí desde su sillón favorito. Con una sonrisa curiosa y un brillo en los ojos, nos preguntó:
—¿Qué hacen tanto con esos teléfonos? Siempre están moviendo el dedo para arriba y para abajo.
Nos miramos, y después de una breve carcajada, mi prima más pequeña respondió:
—Abuela, estamos viendo Instagram. Es una red social donde compartimos fotos, videos y les damos ‘me gusta’ a las cosas que nos parecen bonitas.
—¿Un ‘me gusta’? —preguntó con la frente fruncida—. ¿Eso es como decirle a alguien que lo hizo bien?
De pronto, se nos ocurrió una idea: ¿por qué no enseñarle a mi abuela cómo usar Instagram? Lo que no sabíamos era que esa simple acción transformaría nuestras tardes en un ritual familiar lleno de risas y, sobre todo, de amor.
La misión: Crear la cuenta de Instagram de la abuela
Mi abuela, con 76 años y un espíritu jovial, aceptó el desafío con entusiasmo. Su primer paso fue elegir un nombre de usuario.
—¿Qué tal “AbuelaCocineraFeliz”? —sugirió, pensando en lo que más disfrutaba hacer.
Tras unos minutos de debate, quedó como @AbuelaFeliz76, un nombre que encapsulaba perfectamente su esencia: alegre, optimista y siempre lista para aprender.
Luego, pasamos a enseñarle lo básico: cómo subir una foto, qué son las historias y, por supuesto, cómo dar un ‘me gusta’. Al principio, cada acción era un reto.
—¿Tengo que tocar esta pantalla chiquita? ¿Y luego qué hago? ¡Ay, esto es más difícil que amasar pan!
La paciencia se volvió nuestra mayor aliada. Entre bromas y explicaciones sencillas, logramos que subiera su primera foto: una imagen de sus famosas empanadas. Con la descripción “¡Mis empanadas son las mejores! ¿Quién quiere probarlas? ❤️”, la publicación obtuvo 15 ‘me gusta’ en cuestión de minutos.
La sonrisa de mi abuela al ver las notificaciones fue inolvidable.
—¡Miren! A la gente le gustan mis empanadas. Esto es como recibir cumplidos en la vida real, pero desde lejos, ¿verdad?
Los ‘me gusta’ y su significado
Con el paso de los días, la abuela empezó a disfrutar su nueva faceta de influencer familiar. Publicaba fotos de sus plantas, sus bordados y, por supuesto, de sus nietos.
Una tarde, mientras revisaba su perfil, notó algo peculiar:
—¿Y cómo sé quién realmente me da ‘me gusta’? Porque esto no es como cuando alguien me dice “qué bonito” en persona.
Le explicamos que, aunque los ‘me gusta’ son virtuales, representan una forma de conexión y aprecio. Fue entonces cuando mi abuela dijo algo que nos dejó reflexionando:
—Entonces, un ‘me gusta’ es como un abrazo digital. No lo sientes en la piel, pero sí en el corazón.
Esa frase se convirtió en el lema de nuestras interacciones familiares en redes. Cada vez que le dábamos ‘me gusta’ a sus fotos, ella respondía con un mensaje lleno de amor:
—¡Gracias por el abrazo!
La abuela se vuelve viral
Un día, decidimos grabar un video corto de mi abuela preparando sus famosas empanadas, con música de fondo y una descripción que decía: “Secretos de la abuela para las mejores empanadas”. Lo subimos a Instagram Reels sin esperar mucho, pero para nuestra sorpresa, el video comenzó a ganar popularidad.
En cuestión de días, más de 5,000 personas habían visto el video. Los comentarios iban desde “¡Qué delicia!” hasta “Quiero una abuela como la tuya”.
La abuela no entendía del todo lo que estaba pasando, pero su reacción fue memorable:
—¿Eso significa que ahora tengo que hacer empanadas para 5,000 personas?
Nos reímos a carcajadas, pero también nos dimos cuenta de algo importante: la tecnología no solo conectaba a nuestra familia, sino que estaba haciendo que otros valoraran la calidez y el amor que mi abuela ponía en todo lo que hacía.
Uniendo generaciones con paciencia y amor
La experiencia de enseñarle Instagram a mi abuela nos dejó una gran lección como familia: la tecnología puede ser el puente perfecto para unir generaciones si la usamos con paciencia, humor y mucho cariño.
Cada sesión con ella era una mezcla de risas y aprendizaje mutuo. Nosotros le enseñábamos cómo usar filtros o agregar emojis a sus historias, y ella, a cambio, nos recordaba el valor de disfrutar cada momento y de no tomarnos las cosas demasiado en serio.
—Ustedes se preocupan mucho por las fotos perfectas —nos decía—. A veces, la foto más bonita es la que tiene el peor encuadre, pero el mejor recuerdo.
Cómo enseñar tecnología con amor y paciencia
Si te inspiras a vivir algo similar con tus abuelos, aquí tienes algunos consejos:
- Comienza con lo básico: Explícales paso a paso cómo funciona cada herramienta. No te desesperes si necesitan repetirlo varias veces.
- Crea momentos divertidos: Hacer de la enseñanza algo divertido ayuda a que aprendan más rápido y disfruten el proceso.
- Valora sus avances: Cada pequeño logro, como subir una foto o usar un emoji, merece reconocimiento.
- Sé paciente: Recuerda que para ellos todo es nuevo. Su entusiasmo y esfuerzo valen más que cualquier habilidad técnica.
- Hazlo un momento familiar: Involucra a toda la familia en la experiencia. Esto fortalece los lazos y crea recuerdos inolvidables.
Más que un ‘me gusta’
Hoy, la cuenta de Instagram de mi abuela tiene más seguidores que cualquiera de nosotros. Pero lo más importante no son los números, sino lo que hemos ganado como familia. Cada foto, cada comentario y cada ‘me gusta’ se ha convertido en un símbolo de amor y conexión.
Para mi abuela, Instagram dejó de ser una simple red social. Ahora es un espacio donde puede compartir su vida, recibir abrazos digitales y, lo más importante, sentirse más cerca de sus nietos e hijos.
Y para nosotros, su famosa frase sigue siendo el recordatorio perfecto:
—Un ‘me gusta’ puede ser pequeño, pero cuando viene del corazón, vale tanto como el mejor de los abrazos.
Así que, ¿qué esperas para enseñarle Instagram a tu abuela? Podría ser la experiencia más divertida, amorosa y transformadora que vivas en familia. Y quién sabe, tal vez hasta se convierta en la próxima estrella de las redes sociales.
